33 Y al instante se cumplió lo anunciado a Nabucodonosor. Lo separaron de la gente y comió pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo; hasta el pelo le creció como plumas y las uñas como garras de águila.

34 Pasado ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo y recobré el juicio. Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:

Su dominio es eterno;
    su reino permanece para siempre.
35 Ninguno de los pueblos de la tierra
    merece ser tomado en cuenta.
Dios hace lo que quiere
    con los poderes celestiales
    y con los pueblos de la tierra.
No hay quien se oponga a su poder
    ni quien le pida cuentas de sus actos.

Read full chapter

Bible Gateway Recommends